Extracto del libro "El arbol del Yoga" de B K S Iyengar
Yoga significa unión. La unión del alma individual con el Espíritu Universal es yoga. Esta noción es, sin embargo, demasiado abstracta para ser entendida fácilmente, así que para nuestro nivel de comprensión suelo decir que yoga es la unión del cuerpo con la mente y de la mente con el alma.
El noventa por ciento de nosotros sufre de un modo u otro, física, mental o espiritualmente. La ciencia del yoga nos ayuda a mantener el cuerpo como un templo a fin de que éste se torne tan limpio como el alma. El cuerpo es perezoso, la mente vibrante y el alma luminosa. Las prácticas yóguicas desarrollan el cuerpo hasta el nivel vibrante de la mente para que así cuerpo y mente, habiéndose vuelto ambos vibrantes, se vean atraídos hacia la luz del alma.
Filósofos, santos y sabios nos dicen que son varias las sendas por las que podemos alcanzar el objetivo último, la visión del alma. La ciencia de la mente se llama rāja yoga, la ciencia de la inteligencia es el jñāna yoga, la ciencia del deber es el karma yoga y la ciencia de la voluntad es el haṭha yoga. Para los autores de los textos antiguos, estos nombres eran como las teclas de un teclado. El teclado posee muchas teclas, pero la música es una. Del mismo modo, son muchas las palabras mediante las cuales los individuos expresan su modo particular de enfocar el yoga y las sendas particulares por las que alcanzan la culminación de su arte; sin embargo el yoga es uno, al igual que Dios es uno, aunque en diferentes países la gente lo llame con distintos nombres (Nota: tenganse en cuenta la religiosidad profunda del autor y como utiliza a Dios en muchos ejemplos).
Quienes abordan el yoga intelectualmente afirman que el rāja yoga es espiritual y el haṭha yoga meramente físico. Se trata de un grave error. Así como todas las sendas conducen a la fuente, también el haṭha yoga nos conduce hacia la visión del alma. ¿Cuántos de aquéllos que establecen esta distinción entre haṭha yoga y rāja yoga han realizado un estudio en profundidad del Haṭha Yoga Pradīpīkā o de otros textos antiguos sobre haṭha yoga? ¿Y cuántos han leído en profundidad los Yoga Sūtras de Patañjali, que son la fuente principal del rāja yoga? ¿Saben ellos acaso que el último capítulo del Haṭha Yoga Pradīpīkā se llama Samādhi Pāda, y que habla del estado de samādhi o unión con el Espíritu Supremo? ¿Y cuál es la culminación del rāja yoga? También samādhi. ¿Dónde está, pues, la diferencia entre ambos?
Basta con abordar psicológicamente, en lugar de fisiológicamente, el término “haṭha” para aprender más acerca de si el haṭha yoga es físico o espiritual. “Ha” significa sol, el sol de nuestro cuerpo, es decir, nuestra alma; y “ṭha” significa luna, la cual es nuestra consciencia. La energía del sol nunca languidece, mientras que la luna mengua cada mes y de nuevo pasa, de estar apagada, a la plenitud. Así pues, el sol en cada uno de nosotros, que es nuestra alma, nunca se apaga, mientras que la mente o consciencia, que toma su energía del alma, experimenta fluctuaciones, modulaciones, humores y altibajos como las fases de la luna. La mente es como el mercurio. Y así como el mercurio no puede asirse con la mano, tampoco nosotros podemos asir la mente fácilmente. No obstante, cuando logramos hacer que se reúnan consciencia y cuerpo, la energía de aquélla se aquieta, y cuando la energía de la consciencia se aquieta, también la consciencia se aquieta y el alma impregna el cuerpo entero.
El Haṭha Yoga Pradīpikā dice que yoga es “prāṇa vṛitti nirodha”: aquietar las fluctuaciones de la respiración. Los Yoga Sūtras de Patañjali dicen que yoga es “chitta vṛitti nirodha”: aquietar las fluctuaciones de la mente. La mente puede ir en muchas direcciones en un instante. Sus movimientos son múltiples y muy rápidos. La respiración, sin embargo, no puede ir en muchas direcciones a la vez. Sólo tiene un recorrido: inspiración y espiración. Puede, sí, detenerse un momento en estado de retención, mas no puede multiplicarse como la mente. Según el Haṭha Yoga Pradīpikā, el control de la respiración y la observación de su ritmo llevan la consciencia a la quietud. Así, aunque el Haṭha Yoga Pradīpikā comience con el control de prāṇa, la respiración o energía, y los Yoga Sūtras de Patañjali comiencen con el control de la consciencia, ambos se encuentran en un cierto punto, no existiendo en el fondo diferencia alguna entre ellos. Al controlar la respiración estamos controlando la consciencia, y al controlar la consciencia aportamos ritmo a la respiración.
Como el alcanfor al unirse a la llama, la mente resulta absorbida por la llama del alma. Ésa es la culminación del haṭha yoga. El texto nos dice que la unión de la mente con el alma es haṭha yoga. Rāja yoga también es la unión de la mente con el alma, de modo que no existe diferencia alguna entre ambos. El yoga es uno.
Practicar yoga es por tanto unir el cuerpo con la mente. Para la persona cultivada es también unir la mente con la inteligencia, y para la persona aun más cultivada es unir el cuerpo, la mente y la inteligencia con lo profundo del alma.
El yoga se divide tradicionalmente en ocho miembros o aspectos, denominados yama, niyama, āsana, prāṇāyāma, pratyāhāra, dhāraṇā, dhyāna y samādhi. Cuando no estamos familiarizados con estos términos, esta larga lista puede resultar un tanto desalentadora al principio. En el curso de este libro, nos familiarizaremos poco a poco con dichos conceptos y las palabras sánscritas dejarán paulatinamente de constituir una barrera para la comprensión.
Se puede considerar asimismo que el yoga presenta tres niveles: externo, interno y profundo, o físico, mental y espiritual. De ese modo, los ocho miembros del yoga pueden dividirse en tres grupos. Yama y niyama constituyen las disciplinas éticas sociales e individuales; āsana, prāṇāyāma y pratyāhāra conducen a la evolución del individuo, a la comprensión del sí-mismo; dhāraṇā, dhyāna y samādhi son los efectos del yoga, que proporcionan la experiencia de la visión del alma, si bien no forman parte, como tales, de la práctica del yoga.
Aunque a menudo se considera en Occidente que el yoga es puramente físico, se trata también de una materia fisio-psicológica y psico-espiritual. Es una ciencia que libera nuestra mente de la esclavitud del cuerpo y la conduce hacia el alma. Cuando la mente alcanza el alma y se funde con ella, el alma se ve liberada, permaneciendo a partir de ese momento en paz y beatitud. Si se encierra un pájaro en una jaula, éste no tiene posibilidad alguna de movimiento. En el momento en que abrimos la jaula, el pájaro alza el vuelo y recobra su libertad. El hombre alcanza la misma libertad cuando la mente se ve descargada de la esclavitud del cuerpo y viene a descansar en el seno del alma.
El primer nivel del yoga consiste en lo que podríamos llamar obligaciones y prohibiciones. Niyama nos dice lo que debemos hacer por el bien del individuo y de la sociedad, y yama nos dice lo que debemos evitar hacer, pues resultaría nocivo para el individuo y para la sociedad. Se trata de disciplinas éticas que han existido dentro del género humano en todos los lugares desde tiempo inmemorial. Yama y niyama pertenecen a la tradición de las civilizaciones, ya sea de Oriente o de Occidente, del Norte o del Sur.
Una vez acatados estos preceptos tradicionales, u obligaciones y prohibiciones, trabajamos entonces para el desarrollo individual a través de la interpenetración de cuerpo y mente y de mente y alma. Este segundo nivel del yoga es sādhana o práctica, y comprende āsana, prāṇāyāma y pratyāhāra. Āsana es la práctica de diferentes posturas del cuerpo. Prāṇāyāma es la ciencia de la respiración. Pratyāhāra es bien el silenciamiento de los sentidos y su mantenimiento pasivo en la posición que les corresponde, bien la retirada de los sentidos hacia el interior a fin de que puedan residir en el núcleo del ser.
El tercer estrato del yoga es descrito por Patañjali en los Yoga Sūtras como el tesoro del yoga. Es el efecto o el fruto de sādhana y consiste en dhāraṇā, dhyāna y samādhi. Dhāraṇā es concentración o atención completa. Dhyāna es meditación. Samādhi es la culminación del yoga: un estado de bienaventuranza y unión con el Espíritu Universal. Cuando cuidamos del crecimiento de un árbol, llegado el momento éste echa flores, produciendo luego su culminación natural, que es el fruto. De igual modo, la práctica del yoga ha de culminar más pronto o más tarde con la fragancia espiritual de la libertad y la beatitud. Al igual que la esencia del árbol se halla contenida en el fruto, así también la esencia de nuestra práctica está contenida en su fruto de libertad, equilibrio, paz y beatitud.
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